Lo de “video-bar” me resulta un detalle de lo más conmovedor, como esas cosas que quieren quedarse aunque el tiempo sea inclemente, como el video-juego del rincón.
A Manuel Embalse me lo perdí, y lo lamento por siempre. ¿Habrá estado tan divertido como la otra vuelta en La Oreja Negra? Ojalá!
Pero, si tengo que confesar, y cómo me gusta hacerlo!, en la visita a La Plata escuché al pasar que hablaban super bien de Tototomás, y esta fecha en Capital que los incluye me resultó un paso obligado en mi noche helada de viernes agotador. El sonido en este lugar es medio extraño, pero sus canciones son, de manera repentina y sin duda alguna, de mis favoritas. Cortitas y al pie, sus ritmos pegadizos, sus rimas intensas, sus armonías dulces, me hacen pensar que ellas son como el sonido de una lluvia de papel picado en la fiesta a la que están todos tus amigos invitados.
Abren con En Días Pasados, y ya del vamos me estoy enamorando. La seguidilla es invencible, yo soy ahora fanática vigorosa de su versión en vivo de Nada de Esto Pasó, La Nueva Ola, Agua de Mar. Aunque todas tienen un encanto que encandila.
Esa canción sin letra inteligible es el guiño, estos chicos tocan para divertirse y con esa bandera logran que su música se te vaya metiendo en el corazón, y en los zapatos también. Se despiden, y es como si cientos de fuegos artificiales estuvieran estallando, llenando el lugar de luz y fuerza. Colman los rincones de una alegría contagiosa, me gusta saber que los voy a poder pensar como una sonrisa gigante, llena de dientes inmensos y blancos, me sobran 40 razones para amar a los 9 totomases y sus canciones de amor y fuego.
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