Lupe a veces se vuelve etérea. Se pone a flotar entre la gente, atraviesa la valla y llega al escenario. Se cuela entre los pibes que acomodan el sonido y las luces, y lo vive todo desde el otro lado. Y en eso andaba, pululando por ahí, cuando Poesía Estéreo inauguró un puente de conexión que atravesó barreras, haciéndolas estallar. Pasmando a los distraídos, estremeciendo a los más osados, la poesía a dúo de Arbit y Sebakis pasó como una ráfaga que te deja los pelos de punta y el corazón palpitando fuerte. En perfecta armonía, con lecturas intensas que se terminan de procesar en el silencio, dejaron una estela de pura energía que La Familia de Ukeleles supo tomar enseguida, para mantenernos a todos remontados en el aire.
Vestidos con sonrisa inmensa y camisa hawaiana, cada miembro de La Familia de Ukeleles toma su lugar y enseguida se largan de lleno a colmar expectativas. Se ven hermosos, se oyen espléndidos. Lupe Sobrevuela sus ukeleles, saltando de mic en mic para mirarlos a los ojos y entender cómo se siente estar ahí, entregándolo todo. Los primeros acordes de la versión familiera de Everyday, de Buddy Holly, le ponen la piel de gallina. Por suerte, la voz pin-up de Melisa la había ablandado ya en I fall to pieces. Abajo del escenario, los fieles del swing se ponen a bailar en parejas, y la fiesta está en proceso, Ma Betty Boop a moi. El final se precipita, pero los aplausos no se hacen esperar. Lupe baja despacito para meterse de nuevo en el cuerpo, y piensa que, una vez más, los ukes se lucieron. Viva su hechizo en 4 cuerdas!