¿Se imaginan a una verdadera sweet girl, esa chica que está atrapada entre niña y mujer, en pleno proceso de concientización del poder que tiene su mirada, de la atracción fatal que ejerce su inocencia auténtica?
Imagínense ahora una canción que la identifique… Imagínense entonces su disco en bandcamp… Después de darle play a esta joyita, quiero que armemos juntos la siguiente visualización: la sweet girl baja hasta la cocina y hasta ahí todo bien, seguro se está por preparar un té de frutillas, pensamos todos. Pero nos sorprende cuando clava su distraída mirada en el modular, agarra un cuchillo, de esos gigantes y filosos que se guardan en el primer cajón, y como quien no quiere la cosa, lo clava despacito, bien bien despacito, en el pecho de ese chico bonito al que le dedicó todo el disco.
Canciones para la limpieza presenta hoy: música para matar despacito.
Coincido plenamente, no solo en la identificación de que acción uno imagina para esta canción, sino también del como.
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