El cielo está aguantando el chubasco, y yo la insoportable levedad de mi endeble ser. Me sobran las ganas, el tiempo y los motivos para festejar. Sin mayores preámbulos, abandono la espera absurda, el encierro forzado y aterrizo en la terraza de uno de mis bunkers favoritos.
Me espera una silla plástica acomodada de cara al centro del escenario, y enseguida la obra comienza. Un clarinete y un órgano pueden salvar al mundo! Bueno, cuanto menos a mi mundo. Y eso no es poca cosa, porque este pequeño Undiverso es frágil (tan fácil de manipular, ay! Quién lo comanda esta vez…?).
Cinco de los personajes más emblemáticos del exponente máximo de la literatura inglesa se presentan sobre el escenario mientras el público, a viva voz, repasa las características más sobresalientes de cada uno a medida que el director los introduce. Se proponen algunas temáticas genéricas, y entonces Otelo, Julieta, Lady Mcbeth, Ricardo III y Hamlet comienzan a interactuar en clave de improvisación bajo las órdenes susurrantes del director.
Las ocurrencias son ingeniosas y gráciles, y la trama se va armando en un marco shakesperano bien logrado. Se trata más de una experiencia teatral más que de una obra de teatro, y aunque la improvisación produce en mí una sensación de vértigo mezclado con angustia, me permito largar unas cuantas carcajadas.
Sea como fuere, no puedo dejar de ser quien inevitablemente soy, y aunque las personas detrás de los personajes han desempeñado una labor excelsa, quienes brillaron con luz propia iluminando mi abatido corazón fueron los dos músicos, regalando un auténtico sueño de una noche verano.
Hermoso comentario!!!!!
ResponderEliminarGracias por venir...gracias por escribir ésto....
Aldo,
uno de los actores...
Que beleza!. Una alegría que te haya pasado eso y gracias por compartirlo.
ResponderEliminarGonzalo
Uno de los músicos.