viernes, 11 de enero de 2013

SKY BAR - Hotel Pulitzer



Me quiero despedir de la Ciudad y de los buenos amigos. La terraza del Pulitzer parece ser el lugar propicio para hacerlo, de modo que encaramos para el downtown cuando el manto de la noche cae sobre los edificios feroces del centro y se da ese trueque entre los transeúntes: ya no se trata de trabajadores de paso apurado, hablando por teléfonos hiper chiquititos y modernos sino que los que se pasean son esos zombies citadinos, los olvidados, los excluidos.
En el ascensor hay que marcar el piso 13, y eso le da una mística esotérica a nuestra noche aunque yo seguramente sea la única que esté pensando en ello.
El lugar está colmado, una masa humana con ansias de mostrarse, de divertirse, de conocerse. La clave es encontrar el rinconcito donde sentirse a gusto. Pienso un largo rato la palabra que quiero usar para definir la impresión que me deja el primer pantallazo de la terraza, pero ninguna de las que se asoman a mi lapicera son precisas, justas. Podría decir que se trata de una guarida cool, derroche de vanguardia cosmopolita, frescura y novedad, y creo que con eso no estaría mintiendo.
La música suena bien, la barra es pausada pero cumplidora y la vista es un regalo maravilloso. Algo desilusionada (el apocalipsis Maya hizo mella en mí, lo sigo esperando…) confieso que finalmente no hubo nada cercano al número 13 en la noche de Jueves, sólo amigos y risas.
No me quedan dudas, Sky Bar es un buen spot para el verano. A no pasarlo por alto.

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