Hay noches donde el disfraz de reina en construcción queda supeditado a un delantal. Y esa fallida princesa me recibe tomando la sartén por el mango, una en cada mano, tan segura de que el amor es lo que va a salvarnos. Entonces, llena un vaso de hielo y baila sola, el reflejo de su felicidad en el ventanal del comedor enceguece. ¿Está bailando sola? Es muy probable. Como una ráfaga, está de paso. Pero está, y es tan cierta como esa mamadera de Campari de la que alimenta a su loca ansiedad. Tomó clases de folklore por youtube para esta recital. Si a veces es tan desquiciada que me conmueve. Y en eso llegamos a San Telmo, con el corazón temblando de ganas de bicicletas y jazmines del país.
Falta todavía, pero la espera es de esas que se vuelven plato principal. Ainda Dúo es dulzura en estado puro. La suavidad de las voces, la armonía de las cuerdas y la calma de su lírica es la llave. Se abrió la jaula y el alma está de paseo por una “Zamba por vos” y moja los pies en esa “Canción para bañar la luna”. Entre propias y ajenas, el show es la calidez de quienes sencillamente comparten un puñado de canciones, sin calcular el efecto apaciguador que esto puede tener.
Turno de Las Crème Brûlée. Si lo resumo en “playa y risas” quizás me esté ahorrando los detalles, pero no la esencia. Carisma de esos que contagian, diversión sana e ingeniosa, sonido viajero. Que se quede el infinito sin estrellas, pero que esta banda siga con su derroche de amor y locura, porque su pedido recibe atención de inmediato, le damos bola, sin dudas. “Un hitazo para mover las cachirlas”, anuncian Lexi y su sensualidad infinita. Y es uno atrás de otro y piden bis mi cintura, mis pies y mi chifladura.
“Tanga, sunga; tanga, sunga; tanga, sunga”, así prueban Los Tabaleros sus mics. Sí, estos folkloristas modelo 2000 la bardean, pero es un bardo lindo. ¿Están hablando de hacerse adicto al crack y fumarse el pasaporte? Así parece. La seriedad llega con “Mi amigo el rey”, pero dura poco. En el piso de arriba, mi propio “Jazmín del país” aplaude. Qué manera de despertar el animal con esas canciones de tierra adentro. Si esta oración alcanzara para describir la fuerza con la que esas voces se alzan, la potencia de las cuerdas, la precisión en la ejecución, el vigor del bombo legüero, la grata sorpresa de la percusión. Fede Petro acompaña en el bajo. La lista de temas va ganando en empuje, y para el final el Lolita Fest rankea dentro de los festis del año. Casi nos dejan sin vale otra, pero vuelven con “Zorro”, y ahí sí, se retiran victoriosos. Me quedo con las ganas de dar pruebas fehacientes del tutorial chacarero que descargué para esta noche, pero de cantar los hits, de eso sí que no me quedé con las ganas. Ellos saben: el pecado tiene piernas… y me encantan!
Me quedo pensando en lo que me llevo de esta fecha. La reina murió, volvió a ser la cenicienta de siempre. Pero el eclecticismo de esta noche es su tesoro. Tres propuestas casi opuestas que conviven y alimentan todos los gustos. De los shows como estos aprendo que la diversidad es siempre un trofeo, los gustos son infinitos, y probar algo nuevo es siempre bueno. No quedarse ni con las ganas ni con el miedo.
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