Me llego hasta Córdoba y Scalabrini Ortiz,
camino las cuadras que me separan del lugar con las manos bien guardadas en los
bolsillos y el resto del cuerpo ansioso por llegar. Cada uno de los músicos que
se presenta esta noche cuenta con un último álbum de estudio que suena
exquisitamente. Es turno de hacerlo vivo, otra vez más, y sumarle a la
ejecución la experiencia directa. Para esta ocasión, Agustina Paz y Julián Mourin
proponen soltar, como una manera de homenajear y copiar a esta estación, en
este “Concierto de Otoño” aquí en Vuela el Pez. Una invitación gentil y sabia. Veremos si pueden,
veremos si funciona.
"Mal
comienzo, buen presagio",
brilla al mic la voz de Agustina Paz, su aura, su belleza pacífica. Tras un minúsculo paso en
falso, en un Vuela el Pez cálido y afectuoso, el
trío que son esta noche junto a Diego
Guarnieri y Mariano Prover va repasando canciones de Yugo, un disco
impecable, y apenas un flashback hasta
El Paztiche disco-blog. Agustina en las teclas, un cambio en “Aguacero” para
hacerse trío de cuerdas y algunas bases que acompañan para completar la
sonoridad de cada tema. Ella serena pero intensa, su manera de llegar es
transparente. Sus canciones recorren caminos disímiles pero certeros, su
sonrisa y la manera dulce y pícara que tiene de develar apenas el misterio
detrás de cada canción conquistan. Tiene con que, no deja ninguna duda al
respecto. Me llevo en un lugar nuevo este "Vals" que me derritió. Espero
así tentarlos y que se den una vuelta por las melodías de Agus
Paz, que bien lo valen. Era
cierto el dicho popular, buen presagio para lo nuevo.
Turno de Julián Mourin y su
banda, de quienes no puedo dejar de pensar lo afianzados que están en el
sonido, como si el show de esta noche fuera el resultado de jornadas y jornadas
de ensayos, risas y crecimiento. A ellos los signa Sur Solar,
uno de los mejores discos que dio el 2015 en el circuito independiente. De Julián
y los suyos temo repetirme y decir que fluctúan entre la galantería y la incandescencia,
cada uno brilla desde su lugar y juntos resultan en un rayo intenso de luz y
sonoridad. Rockeros, pero dispuestos a coquetear con casi todos los géneros. Divertidos,
risueños pero tomándose en serio cada nota, cada arpegio. Sería una traición no
hacer una mención especial para Sofía Urruti, que
desde los coros le da un aire de frescura, feminidad y hermosura a la puesta en
escena. Promediando la noche la banda se despacha con dos temas nuevos, someten
a votación uno de los títulos y en ambos casos reciben una ovación como guiño
de aprobación a los nuevos sonidos.
Como en un acto de psicomagia, según dicen,
proponen soltar. Invitan a sacudir el cuerpo, las manos, el pelo, a dejar que
el otoño haga su trabajo también en nosotros y nos libremos de lo que es tiempo
de que caiga, de que pase, de que libere. ¡Qué lleguen esos discos nuevos!
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