Todo queda seteado de la forma más precisa. Antolo creó el hábitat y nos dejó en la puerta. Marina llega para adentrarnos en las profundidades de ese bosque de sonidos de experimentación y oscuridad, de madera-metal. “Canción de Mene” para la transición, después la libertad de trepar “Acantilados”, de vibrar con la percusión experimental de otra reina de este mundo, Lucy Patané.
Entre animales salvajes y canciones que se abren en flor, el dúo que parió El Poder Oculto nos sumerge, agua de lluvia en la punta de los oídos. “Buen día, te quiero”, promete la sirena Fages. Pero ella sabe tan bien como yo, las palabras no alcanzan cuando en la mesa contigua las bestias están heridas o mudas: “La sangre en la boca del lobo”.
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