¿Y si Londres fuera hoy? Una llovizna salpicando los anteojos, un cielo gris, los dedos fríos. Hago lo de nunca, llego temprano. Flexiono la pierna izquierda. Apoyo el pie, enfundado en unos zapatos acordonados verde musgo (adiós, verano) contra la pared rugosa. Lo bajo. Subo el otro, lo dejo un rato así. Guardo las manos en los bolsillos de la campera, que tiene una re capucha.
Desde que la vi por la ventanilla, me enamoré de la puerta del Círculo de Aragón. La custodian jóvenes preciosos, diamantes humanos en bruto, listos para ser pulidos y brillar. Me quiero quedar acá un rato más, camuflada entre mis músicos de culto y sus seguidores siempre tan vanguardia, esperando a los que están por venir, porque siempre saben dónde estar.
El Dúo de Arturos sube al escenario y suena como lo haría el tocadiscos con cualquiera de los LPs de las bandas que versionan. Contrabajo y violín, estoy en el edén. I see you in my dreams… Qué delicia su retro-música, los vuelvo a escuchar en vivo y entiendo porqué lamento cada vez que me pierdo sus presentaciones. Me cuesta descifrar si el corazón se me detuvo, o si, por el contrario, me explotó: Lux de invitada. Que el mundo se termine esta noche, pero que la magia no.
Prietto en su versión boleros. Ok, voy a tratar de no esperar Av. Corrientes y entregarme a estas canciones de arrabal que suenan a puro corazón y cuerdas. Sé que su cover estrambótico de la canción de Cohen me endulza el corazón de la manera mejor, pero me cuesta encontrar esa sensibilidad en estos otros. De todas formas, percibo de forma perfecta su carisma inmenso que lo excede por mucho en tamaño y forma.
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