Corro las cortinas y, ¡vaya sorpresa!, la sala está llena. El calor asciende, tal como dictan las leyes de la física, me toma de la mano y me conduce escaleras arriba donde juntos elegimos una posición estratégica para que nos cuadre justo el trío.
La función arranca con una vieja advertencia: No te enamores de mí: Ellos insisten, aunque para algunos ya sea demasiado tarde. Alvy, Nacho y Rubin en su versión veraniega se acomodan y suben con unas cuerdas nuevas: un banjo y un ukelele tahitiano, las veo en el escenario y mi carga de expectativas está al mango!
El multifacético Pablo Font toma el mando del teclado, y enseguida nos transforma en un público maravilloso que a la altura del 3er tema corea el mambo ese del clonazepam.
Por su parte, la encantadora Srita. Brusa nos da ganas de volver corriendo de San Francisco y arrojarnos a sus brazos, pero enseguida el humor de Rubin nos trae de vuelta a La Oreja Negra, donde por un momento el recital se transforma en un stand up bilingüe y que vivan los novios! y mis manos quedan coloradas de tanto aplauso sostenido y risa a carcajadas.
Por su parte, la encantadora Srita. Brusa nos da ganas de volver corriendo de San Francisco y arrojarnos a sus brazos, pero enseguida el humor de Rubin nos trae de vuelta a La Oreja Negra, donde por un momento el recital se transforma en un stand up bilingüe y que vivan los novios! y mis manos quedan coloradas de tanto aplauso sostenido y risa a carcajadas.
El show va transcurriendo con buen ritmo, el bis llega en el momento justo y el banjo junto al ukelele tahitiano han hecho las delicias de los perseguidores de la novedad. Camino las cuadras que me quedan con una sensación de pequeña alegría, de martes-sábado, en fin: batalla ganada a la semana.
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