En el Teatro San Martín se puede disfrutar una versión de este clásico de la literatura inglesa donde el director Javier Daulte logra conjugar en el punto exacto la versión original, respetando la historia y parlamentos originales, con un giro moderno que nos introduce en un Macbeth casi contemporáneo.
El sello del director es patente, y el riesgo que asume lo lleva a alcanzar una obra de una calidad superadora. La versión se disfruta en su prosa prolija y fiel, pero también se disfruta la sorpresa que se lleva el espectador incauto cuando se encuentra con una escenografía vanguardista y extremadamente innovadora, a la que los escenógrafos del Teatro San Martín nos tienen acostumbrados. Como así también la música, el vestuario y el reparto de actores, elegido cautelosamente para que cada uno se luzca desde su lugar, sin opacarse entre sí pero sin dejar de brillar por eso.
No podré decir menos que la apuesta de Daulte es fuerte, pero definitivamente se lleva el merecidísimo premio de una platea aplaudiendo de pie y la ovación de toda la sala.
Vale la pena acercarse a la boletería a conseguir el ticket, descontando la ventaja de un precio módico y función popular los miércoles.
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