¿Cuántas
veces vas a ir a ver a los mismos?, me retan, pero no como regaño sino en
la acepción de empeño difícil de llevar a
cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta.
Todas las veces que ellos se reinventen, responde la Lupe-mente. Y ahora de
quién es el desafío de no repetirse, me pregunto mientras apuro el paso para
llegar a horario.
El que mejor cumple es El Botis Cromático. Le
pone el pecho a las balas e inaugura otra de las #SesionesDeInvierno en el Caras y Caretas. Todavía falta para
que la sala finalmente se llene, pero El Botis tiene con qué entretenernos
hasta que eso pase. Querría saber si no le falto a la verdad diciendo que está
solo, porque si bien es un hombre y su guitarra, también es esos personajes que
construye y deconstruye, que reinventa, esos seres que lo habitan y lo fuerzan
a impostar la voz durante todo el show, en todos los shows. Repaso por los
clásicos y presentación de temas nuevos, invitación al escenario de
colaboradores bien voluntariados y puesta en funcionamiento de la Máquina del Tiempo.
No faltan las plantillas de interacción (en alemán, esta vez y por cálido
accidente) ni el Espíritu del Monte. Si hasta asisitimos al estreno en
exclusiva del tercer corte de difusión de Esponja de Metal y para cuando hago
el recuento, este concierto bien podría ser un cuento de Elige tu propia aventura. Qué músico tan entrañable y especial que
es el Botis. El manejo de escenario, de tiempos. Esa manera tan particular de
tejer artificios y de tocar con sencillez melodías complejas. Un placer que
dura más de lo pautado, pero que los aplausos agradecen.
La Nube Mágica
entra en escena. Comandada por Juanito El Cantor,
se dispone y se despliega, y son tan impecables que erizan la piel. Me detengo
en entenderlos, en decodificar el papel que juega cada uno, en leerlos juntos y
por separado, en prestarle atención al detalle, a la manera en la que están
articulados y cómo se van desarticulando cuando la canción lo demanda, en la
medida en la que sea necesario. El sonido de la sala les hace justicia, y las estrofas
pegadizas arengan el clima de fiesta. Con sello propio y un largo camino
recorrido, La Nube Mágica hace
las delicias de la fecha, porque son multitud y puro talento. Imposible no
disfrutar de su música y contagiarse. A mí también me parece poder gritar a los
cuatro vientos que estoy yo también a
cortar todos los nudos, llegó el momento de lanzarme al vacío!
Sigo creyendo que Tomi Lebrero está un
poco loco. Pero me aparta de esa idea el comienzo de show que trae preparado
junto al excelso violinista Alexey Musatov. Un paréntesis necesario para salir
de una nube y entrar en la otra. Después ya se suma su Puchero Misterioso y
todo cobra un clima jaranero que llega a la cúspide hacia el al final, porque
Tomi fue subiendo la apuesta escalonadamente. Así y todo sigo pensando que está
un poco loco, ese exorcismo del final quizás m lo confirma. Pero por mi parte
yo promuevo y apoyo la idea de la que la contradicción de sana locura es un
gran alimento para el artista.
¿Cuántas
veces vas a ir a ver a los mismos?, y yo espero que lugares como el CC
sigan albergándolos por mucho tiempo, y yo tenga la misma capacidad de asombro
para disfrutarlos “por vez primera una
vez más, que rebeldía”.
El Botis y La Nube Mágica tocan
este viernes en C´est la vie,
La Plata.
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