Girar. (Del lat. gyrāre). 1. tr. Mover una figura o un objeto alrededor de un punto o de un eje. De eso se trata: dar vueltas por la ciudad, en torno a la música, que es siempre el faro en este lío. Entonces, sin importar el territorio donde la contienda se desate, el pelotón siempre listo, cuerpo a tierra y ponerse en marcha. Niceto se transforma en Matienzo, pasillo, escaleras, terraza, pintada y La Joven Guarrior dando inicio al show. Un despliegue teatro-musical que deja boquiabierto a los incautos que asisten por vez primera al colosal espectáculo que dan estos trece desquiciados de la canción popular. Cada uno un personaje, y todos juntos un universo pequeño y maravilloso de histrionismo, poesía y canción. Interactúan con el público, al que se lo guardaron en el bolsillo ni bien terminó la primera canción. Se toman el tiempo justo para dar contexto al tema antes de lanzarse en cuerpo y alma a interpretarlo. Y en un inventario musical que evoca la belleza de las cosas cotidianas, como lo son “Valderrobles” y “Chica de Puán”, hacen de la primera parte la más divertida. Imposible no quererlos, no querer, cuanto menos, sumarte a su tren y bailar.
Turno de Los Mutantes del Paraná, que toman la posta enérgica y no sólo no bajan el nivel, sino que lo elevan. Su propuesta instrumental emboba, y el trabajo musical que logran en vivo atrapa hasta al más distraído. El contrabajo es la estrella, pero el resto de la banda sabe acompañar con suma destreza la proeza. Canciones de “El entrerriano” erigen el corazón de la lista, y con el mismo refinamiento con el que suenan los temas en el disco debut están sonando en el escenario de un Matienzo que vibra atento al ritmo de su folk zarateño. Acompañándolo con el video original de fondo, no saltean “I want to break free”, el cover de Queen con el que dejan traslucir su estilo, imprimiéndole su impronta de río. Se despachan con otro cover popular, “La Lambada”, y tal como pasa con el álbum, el final llega sin que lo busquemos.
Luz Buena trae un arsenal de cumbia que apenas si cabe en el lugar. Una caja de Pandora que se abre con el primer acorde, pero no se cierra ni aún días más tarde. Es que la música que se dispara como flecha al corazón es difícil de superar a corto plazo. Esos temas que te hacen mover el esqueleto son como tatuajes invisibles, como pinchazos chiquitos que nos dan algunas bandas para hacernos sentir vivos y ponernos a bailotear de lo lindo. Como en un asalto a la vieja usanza, en seguida el público se hace presente moviendo la pata de acá para allá. Aunque se pueda inferir, cabe aclarar que la bola de energía que tejió en primer término LJG, agrandó en segunda instancia Los Mutantes del Paraná, es ahora un ovillo inmenso y colorido que se desliza entre las agujas invisibles que son las piernas de la pareja que baila al frente del escenario. Esto es una fiesta, no se diga más!
Y de esta manera la gira llega a su fin, no sin antes dejar entrever que lo bueno viene en envase diverso. Santísima trinidad.
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