Una noche de verano en pleno Agosto, un lugar que recibe visitas como lo hace un templo, un viejo conocido irreconocible que saluda bo, y con tan poco me pongo contenta de estar en un nuevo ritual caracol. Quizás detrás del 3 sea la verdad que todavía no entendí, quizás la trilogía es la respuesta a esas preguntas que rebotan entre las paredes de mi cráneo un poco manoseado. Después de volcarme encima pócimas prestadas y sin nada en el vaso para tomar coraje, corriendo vamos del patio a guarecernos bajo techo porque los primeros acordes despuntan ahí nomás.
Nacho y Los Caracoles en El Universal. El primero de la lista es quizás el más climático de todos. Ese que no es figurita repetida, porque exige bastante de la voz. Los murmullos se silencian en seguida, el rito está iniciado: “Río”. Uno de los más difíciles porque demanda entrega absoluta y en eso estamos los que estamos, y algunos que para eso sólo vinimos. El cover Brasil que trae esa alegría agridulce, “Escuadras”. El escenario iluminado apenas, telón oscuro de fondo, luz negra para resaltar lo que fluorezca y unos planetas que cuelgan entre cubos de colores. Contradicción de lo redondo y lo cuadrado juntos, de la velocidad de esta urbe infernal con sus noches de nunca acabar versus las canciones diáfanas de estos caracoles de ciudad. ¿Si lo que creemos que es, no es ni va a ser nunca?
Jano enroca el contrabajo por un bajo eléctrico, Faca hace su alquimia desde la percusión, Nacho es el domador de aves que tiene entre las cuerdas de su guitarra y de su voz la medida justa de alpiste. Todo está en equilibrio, todo en su medida justa. Juanfa Suarez, trompeta invitada. Si tres es el equilibrio, cuatro quizás sea la perfección.
Una historia que acorrala en “Chinita” y amerita afinar las cuerdas después de que el calor de las luces y la amistad las hayan derretido un poco. “Otro ritmo”, ese sabio consejo que se esconde en “Dejate caer”, algunos temas inéditos y todo bajo la magia que entre los tres nace en la intimidad de estos encuentros ocasionales. “Entre las cortaderas” y Doris que también vuelve a la vida. “Salgo de casa”, “Angelitos” y la despedida bien arriba, diametralmente opuesta al arranque: “baila” y “Poner el cuerpo”. Lo mismo de siempre, los ciclos, la música que salva. Una hoja de otoño va a caer, va a dejar lugar a otra para que pueda ser todo reverdecer. Que todo se acomode y sea, si igual va a pasar.
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