Claro que patria puede ser las veredas de esta ciudad atragantadas a bocinazos y Brasil diciéndonos qué se siente, una victoria en semifinales, las bocacalles bañadas de papelitos y un puñado de artistas homenajeando al Botis. Todo esto junto un 9 de Julio. ¿Y si la independencia fuera la lista de canciones pegada en el piso del escenario de Vuela el Pez?
2 o 3 que me pierdo porque mi reloj es un vendepatria, pero llego justo para cuando Los Camarones Del Aljibe Sin Tiempo versionan “Jazmín”, tema de la mítica Manzana Cromática Protoplasmática en su placa El tren de la Vía Láctea. Y en el piso se ve sólo un jardín y un colibrí. Con amor y respeto pregonan tímidamente un “Vamos Argentina” y el aplauso percusión del público los acompaña en “Barriletes”. Los Camarones transmiten una sensación de como-en-casa, esa que da música nueva, o la vieja reversionada.
Turno de El Plan de la Mariposa, que se inician con una propia “para quitar el miedo escénico” en un escenario que enseguida se comen. Interpretan “Niño” y lo hacen con su sello propio, le dejan marca personal al clásico gigante del Botis. Esa energía tan peculiar que tienen estos hermanos de Necochea queda suspendida en el aire, aunque de “Entrañas” ya haya sonado el último acorde. Ahora suben los Jeites. Voz con guitarra y sin anestesia, interpretando “Confesiones”. El efecto es un flechazo directo al corazón. Ahí arriba no es un músico, es más bien ese fanático que todavía agita para que La Manzana vuelva. Y a ese amor incondicional se suman los que faltan, somos los que estamos, y en un Botis-mode tocan una de Títiroscopio y una propia, que deja los ánimos felices y listos para lo que siga en esta grilla homenaje.
“Ojalá que esta canción, como un conjuro…” pero no lo digo porque si se cumplió esta vez, puede volver a pasar. Felo Torrenos agarra de la mano y nos conduce por ese bosque estrambótico que habita el agasajado. Versiona sin descuidar el misticismo, camina esos laberintos que se abren cuando el Cromático le pone voz y música a su poesía sobrenatural. “El que la sabe, canta. Y el que no, la aprende que mañana tomamos examen”. Un ET visita la garganta de Feli cuando está honrando a las “Tumbas del amor”, y es un momento hermoso. A pedido del público, que está comiendo de la palma de su mano, nos divierte un ratito más.
Martin Reznik comparte el ¿y cómo se conocieron?, y nos enseña el mejor truco de magia jamás entonado, que es a la vez una verdad absoluta: música cromática = alimento para el corazón. Con su interpretación “Luz semilla” nos abre las venas. Un tema con Manel Onis, y una bellísima versión de “El Umbral” con bajo filarmónico, percusión jeitera y violín mariposero. En ese estado de trance al que invita la música del Botis, así se despiden todos juntos cantando “Niño”, y el estribillo rebota en el público y vuelve. Ojalá vuele y anide en Traslasierra. Porque no son las palabras, es la flecha que te guiará en las tinieblas.
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