jueves, 22 de mayo de 2014

Despedida de las Siestas Botánicas


La cuchara se hunde en el guiso de lentejas, juego a eso. Quiero decir esa imagen, esa sensación de familiaridad de cucharón-sopa. Cocinar para las visitas, alimentarlas. Con un guiso de lentejas, con un puñado de canciones. De esa camaradería que es la autogestión resulta la casualidad de que inicien la velada un dúo de cordobesas hechas de sierra y sol. Anuncian “un tema que no tiene nombre todavía”, paradoja de lo que se está gestando en Montaña Bolívar en esta noche de jueves en la que se despiden las Siestas Botánicas.

Con esa sensualidad vertiginosa que despliegan las mujeres que no son conscientes de lo que su arte despierta, Lu Martinez arranca repasando los temas de Realmente Grande, su flamante disco, joyita funky que no debería faltar en ninguna batea. “Manuela”, “Castelar”, “La Verdad”. Guitarra y voz hacen el deleite de los oídos con los platos ya vacíos. Si sola con las cuerdas puede construir mil puentes de una sala a la otra, entonces no hace falta justificar el fanatismo por su disco primogénito.  

Un mantel sobre la mesa, un grupo de extraños reunidos en el living, las puertas de la casa abiertas. El permiso para asomarse donde germinó El Poder Oculto.“José de San Martín” y el equilibrio asoma por la ventana, que la volvieron a cerrar para que la magia no se escape entre las calles de San Telmo. Transmutación, metamorfosis. La voz de Marina sin mic encuentra cobijo entre la piel y los huesos. Se erizan los sentidos de presenciar la experimentación sonora en vivo. Esos pasajes musicales donde los versos con palabras de este mundo son prescindibles, porque el lenguaje se construye puramente de sonido. Impecables, al borde del misterio en cada tema. 

Repiten la guarania de Ypacaraí, no faltan los clásicos de El Tronador y el final es en santa trinidad: Lu Martinez en el bombo, Lucy en teclados, Marina voz y guitarra, pero suena bien! La oscuridad, cuando es profundidad, invita a hundirse. La gira por el viejo continente ya empezó. Habrá que esperar el regreso para asistir a un nuevo rito. No desespero sabiendo, el tiempo es la cura para encontrarnos, y en la distancia las encuentro, siempre. 

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