Ph. Marie Le Pen
Resistir. El papel se trata de eso, a veces. De la resistencia en sus diversas formas. Ganarle a la pantalla, y que triunfe al tacto el papel. Motivo suficiente de festejo, y a lo grande. Un festival que celebre con música, poesía y feria a la música, la poesía y la feria. Meter las narices ahí, asomarse a la primer jornada y tratar de decir con palabras de este mundo lo que los seis conjuntos musicales saben decir con canciones.
La sala del Matienzoespera tibia. Tímido, el público se acerca al escenario. Valiente, intrépida, Natalia Ponso arranca el viaje. Solista no tan sola, se deja acompañar por Matías Zawadzki en contrabajo yClaus Hesse en guitarra eléctrica y trombón. Tres universos diversos que se funden por momentos, y por otros se mantienen navegando en rutas paralelas en la misma órbita. Las canciones fluyen y en ese vaivén construyen desde su sonido esa atmósfera que va ganando lugar. La estética de Natalia atrapa, encandila. Pero hay algo más, algo que se filtra en la profundidad y fuerza de su voz, en la potencia de los acordes. No es inocente. No lo es desde las letras, tampoco desde las melodías. Desafía el lugar común de cantautora, y la apuesta se juega en un campo donde la sonoridad es honda, oscura, para nada naif, no hay ingeniudad. Se trata más bien de ir develando un secreto. Será cuestión de ir a buscarlo en sus canciones. En una presentación cortita y al pie, abre la puerta para que salgamos a jugar, pero sin las máscaras puestas.


Lu Martinez en bajo, Lucy Patané en batería, Marina Fages en voz y guitarra eléctrica o Marina Fages y las Chicas de Humo. La propuestasorprende. Sobre todo, después del disco a dúo que editaron en el 2013 Fages & Patané y para quienes se dejan seducir por el funkie-groove de “Realmente Grande”, obra maestra de la inigualable Lu Mar. Contundentes, arrolladoras, multifacéticas, versátiles, y por supuesto y sobre todo, talentosas. Este power-trío despabiló en un perfecto cachetazo de sonido. Y como si con estas féminas fatales fuera poco, Fernando Kabusackisuma su guitarra como invitado en algunos temas. Qué palabras elegir que sean fieles a lo que hace Kabu con esas seis cuerdas. Su aporte no suma, multipica. La energía es total, la sala transpira, el cuerpo abre un registro nuevo en su fichero de sensaciones. En esta nueva versión más grungera las chicas lo dejan todo, y el público lo recibe agradecido por el aire nuevo.
Entre banda y banda, hay poesía. En el primer piso, hay feria de discos, NaN para llevar, remeras, sellos y gente amiga. De fondo, todo eso que (no) suena en la radio. La musicalización de y por la escena indie. Fes-ti-val, separado el sílabas y con mayúscula.

Se perdieron unas llaves– dice Anabella, guitarra y voz al frente de Las Ligas Menores, banda que cierra la primera fecha de este festival. Frase que recorrió los escenarios más gloriosos de los recitales más extremos de la escena punk de los 90s, a eso me remite inmediatamente esta frase. Y todo lo que viene después, también. La pollera escocesa ayudó, tanto como la estética musical de la banda. Las voces lánguidas, la guitarreada rítmica. Hay algo en su propuesta que cautiva. Los temas de su disco homónimo, otra joyita de Laptra. Abajo sigue el descontrol lindo, los saltos, las voces alzadas en alto, la ronda que encierra algún emujón, algún salto. Con toda esa energía destilada y acumulada, cierran la fecha. Muy buen final de fiesta. Si te quedaste con ganas, tocan este viernes acá.

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