domingo, 17 de agosto de 2014

Licencias poéticas, que le dicen



Traté de decirlo antes, pero usar palabras es cavar una fosa. Leerán otros, habrán antes, pero Hernán es la piedra angular. Palpitaciones, el músculo existe. Agitación, conmoción, desconcierto. Amor. Un poema que sea una casa, un poeta que sea todas las ventanas abiertas. El manantial, un haz de luz, la luna aullando, mi cuerpo ahogado en un grito, todo lo verdadero. Poesía y música en El Universal, entrelazadas, tejiéndose.

Siempre que se pueda escuchar de su voz, que se haga. Florencia Ruiz, tiñendo la noche con la belleza de su guitarra. Pipo Lernoud, esa sabiduría con bigotes que juega en versos e invita al violoncello de Lautaro Aledda. Flopa, miniatura inmensa germinando en continuado. Y Malatesta, claro. Roberto Malatesta que desvió el río hasta este lugar. 

Después, nada es igual. Al día siguiente, en la próxima vida, al despertar de la mañana de tu cuerpo, lo ves distinto. Un bicho durmiendo en tu cama. Efecto dominó. Las fichas se caen, hacen su pequeño estruendo. Todo porque su voz te llegó. Que su palabra te encuentre. Esta noche, ahora, y para siempre. 

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