miércoles, 26 de junio de 2013

Psicodelia andina en el Recoleta – Los Animales Superforros en Ciudad Emergente


Desde mi bunker, saludo al sol. Le digo “hasta luego” en un idioma hecho de señas y susurros, y me encierro en ese galpón que es la sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta a esperar que Los Animales Superforros arranquen su show en el marco de la 6° edición del festival Ciudad Emergente.

Ya adentro y a oscuras por completo, son las 17:15hs y Los Superforros están enchufándose. “Bienvenidos a nuestra prueba de sonido”, bromean en serio. Tímidos, los miramos desde la negrura del fondo. Nos invitan a dar un paso al frente y hacemos caso. “Nos vamos a maquillar y volvemos”, prometen y cumplen, y en el horario estipulado según la grilla se identifican y arrancan “Somos Los Animales Superforros, gracias por venir a todos, así suena nuestra primera canción”.

El primer tema resume su espíritu, esa mezcla que resulta en una psicodelia andina, sonido autóctono reversionado. Samplers, sintetizadores, charango, flauta. Todos esos revolviéndose a fuego lento en una olla musical que entrega como producto final una canción hecha de fusión, “Tierra Mojada”. Tema que cierra su EP “Coplas”, único registro que llevan editado hasta el momento.

Van a ir sonando “Superfurrie”, “Copla del Pensamiento”, “Señor de la Montaña” y, para alegría de los fanáticos de estos especímenes multifacéticos, los chicos presentan algunos temas nuevos, que van alineados con la estética musical de los que trae su EP. Anécdota y versión bonita de una canción en alusión a María de la Rosa Mística.

Giro, porque extraño el fondo. La sala está llena, los dientes blancos relucen en las sonrisas de los que se acercaron a ver. Juan y Ezequiel cantan de perfil al público, enfrentando sus miradas. Eso es también parte y resultado de la magia que en vivo suscitan. A puro contraste, charango-teclado, poncho-gorrita, eléctrica-criolla, los superforros van intercambiando posiciones y construyendo el clima.


Me despido de la hora rosa acá adentro, con todos los colores que LASF traen desde el altiplano y todos los sonidos que amalgaman entre sus acordes. Hubiera sido provechosa la terraza, ahí donde el sol se clava de lleno en los ojos, calienta la sangre que a veces se derrama sobre canciones que suenan como la tierra que pisan los músicos que cantan, las bandas que agitan, los pogos que claman.   

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